Introducción

Apártate, que me tapas el paisaje
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¿Le recordáis? Se llamaba Jean-Claude, pero firmaba siempre como Eka. Sombrero. Vestido de gris y negro. Manga larga en pleno verano. Copa de vino. Barba blanquecina. A sus pies, un capazo. Sobre la mesa, papeles, cuadernos, rotuladores. Dibujaba en su bloc, pero también sobre servilletas y posavasos. A veces una detalladísima panorámica de la plaza o de la calle, a veces fugaces figuras humanas, nada más esbozadas, que devenían espectros etéreos sin rostro sobre el papel. Su misión era observar. Observar y dibujar. Observar y capturar. Observar y reflexionar. Estudiar la luz, la perspectiva, los volúmenes. Compartir el proceso creativo con los amigos o los turistas curiosos, sin ahorrarse explicaciones y siempre exhibiendo una pegadiza sonrisa. Eka era una voz lenta, de palabras roncas y comedidas, de exposiciones largas y planificadas, que podían parecer tortuosas a los que vivían prisioneros de relojes y horarios. Hablaba, dejando caer alguna palabra endémica de su dialecto valón, de su pasado como publicista en Bélgica; de la crisis vital que le obligó a dejar a su familia; de cómo inició en Aviñón su inclinación artística; de su paso por Garachico, en Canarias; de cómo perdió en una casa alquilada en Formentera centenares de dibujos y documentos; de las proporciones universales de la obra de arte; del errante desarrollo económico de nuestra isla; del rumbo suicida que toma el mundo occidental... Allí donde le veíais, Eka era el primer indignado, mucho antes de que el 15-M nos recordase que la crisis de los débiles está en los bolsillos de los ricos. En sus cuadernos estaban también las recetas globales para cambiar el mundo, en forma de aforismos o breves apuntes, centelleos de compromiso cívico obtenidos quizás a base de desmenuzar y examinar minuciosamente lo más inmediato y concreto, a base de entender muy bien cual era su lugar en el mundo. Eka desafiaba, desde el silencio y la placidez de sus reposos en las terrazas de las cafeterías, todo este constructo o entramado político y financiero que definimos como “Sistema” y al que nos referimos de mil maneras. Si un altivo heraldo de este Gran Hermano se le presentase a caballo y le preguntase qué podía hacer por él, seguro que Eka desviaría la mirada del papel donde dibujaba y le respondería: “Apártate, que me tapas el paisaje”.

Vicent Ferrer